29 jul Blanco o negro
A pesar de que dedicamos una gran proporción de nuestro cerebro a procesar los estímulos que proceden de la vista, la percepción visual es absolutamente subjetiva. Interpretamos lo que vemos a partir del contexto y de nuestras experiencias anteriores. En otra ocasión veremos más ejemplos de cómo la experiencia determina lo que vemos, pero ahora nos centraremos algo más en el contexto, que influye tanto en nuestra percepción que un mismo estímulo cambiado de contexto puede ser percibido de forma absolutamente opuesta.
En mis clases de diseño suelo hacer una demostración bastante sencilla. Cuando la sala está suficientemente oscura para usar el proyector pregunto por el color de la pantalla.
Pese a la oscuridad ambiental la respuesta más usual suele ser que la pantalla es blanca. Si no entramos en matizaciones como que no existe el blanco absoluto o que el blanco no es propiamente un color, efectivamente, la pantalla es blanca, y la oscuridad no nos impide ver que es el elemento más claro de la sala. ¡Buen trabajo, mente!
¿Pero qué pasaría si proyectáramos algo sobre ella?
En este caso hemos proyectado sobre la pantalla un cuadrado negro y esta será la respuesta mayoritaria si preguntamos por su color. Sin embargo, si lo miramos mejor veremos que decimos que es negro exactamente lo mismo que antes decíamos que era blanco. Nada ha cambiado en el área definida por el cuadrado, solo ha cambiado lo que le rodea, su contexto.
Para que no quede lugar a dudas, mira la imagen anterior. Nuestra mente no percibe los colores como valores absolutos sino como valores relativos. Eso hace que, en comparación con su entorno, identifiquemos como blanco en la primera imagen exactamente el mismo valor que identificamos como negro en la segunda.
Miremos la imagen principal que ilustra esta entrada. Michael Jackson y su mono observan un cilindro azul colocado sobre un damero formado por casillas grises y blancas. Si nos fijamos en la casilla más clara que hay bajo la sombra proyectada por el cilindro (segunda imagen) nuestra mente nos dirá que es una casilla blanca. Sin embargo, su color es idéntico a las casillas grises del tablero que no están afectadas por la sombra (tercera imagen). Y es que nuestra mente, a la hora de interpretar el color de una casilla, no tiene en consideración su valor absoluto sino su interacción con el contexto y los patrones previamente guardados en nuestro cerebro a partir de la experiencia.
Como bien dijo Michael Jackson: “…no importa si eres negro o blanco. Oooh, oooh yea, yea, yea, yea, oaw yea, yea, wow. Es negro, es blanco.…“