
29 sep Dos pesetas y media
Dos pesetas y media
solía costar
comprarme una loca
para merendar
jugando a las bolas
en calles sin asfaltar,
arriesgando el tipo
en “chorraeras” de metal,
con rebaños de cabras
por medio de la ciudad.
Pasear con la bici
después de estudiar
buscando una buena
petaco en un bar
para echarle el duro
que robé a mamá
y metí en el bolsillo
sin titubear
al lado de un trompo
que no sé bailar.
Y ahora no sé quien es el viejo
que me mira desde el espejo
Salir al recreo
a intentar cambiar
cromos repetidos
por uno especial.
Tardes de aventuras
con el Madelmán
que era policía
montada del Canadá,
cansado de trucos
de magia Borrás.
Aquellos domingos
de sesión matinal
en el cine Astoria.
Luego al terminar
salía de la sala
sintiéndome capaz
de vencer a todos
con mi habilidad
de imitar posturas
de artista marcial.
Y ahora no sé quien es el viejo
que me mira desde el espejo
Jugar de portero
por no pelear,
parando el partido
siempre al ver llegar
que un coche venía
o quería aparcar.
Hacer siempre de indio
y dejarme matar,
creyendo que moría
mejor que los demás.
Mucho por delante,
poco por detrás.
Pilas de tebeos
que me hacían viajar
por mundos al margen
de la realidad.
Historias de héroes
que podían salvar
del malo más malo
a la humanidad.
Y ahora no sé quien es el viejo
que me mira desde el espejo.
Imágenes procedentes de Spook Spoofing (1928, Our Gang). Película de dominio público.